Ramón Valdés partió a la eternidad un día como hoy, en
1988. Próximo a cumplirse el 40 añiversario de “El chavo del 8”, su
personaje es el que con más cariño se recuerda.
Destemplado, vago empedernido y deudor. Cascarrabias, socarrón,
tremendamente original y con un inquebrantable y solidario corazón de
acero a prueba, principalmente, de cachetazos. “Cachuelero” por
excelencia, fue boxeador, torero, carpintero, zapatero, consejero
sentimental, fígaro y autor de frases ahora perpetuas en el imaginario
de quienes casi con devoción lo seguimos en TV.
Don Ramón, el
entrañabale personaje de la vecindad de “El chavo del 8”, cumple hoy 23
años desde que dejó el patio a cuadros improvisado en el foro 8 de
Televisa, y a la legión de seguidores que, a fines de los ochenta, aún
atesoraba la esperanza de volverlo a ver en un nuevo episodio de la
popular serie mexicana.
Don Ramón partió a la eternidad, víctima de cáncer, el 9 de agosto
de 1988. Porque Don Ramón era Ramón Valdés, el actor que le dio vida, y
que a decir de sus familiares y allegados tenía características muy
parecidas a las del personaje que encarnaba. Sobre todo en su
despreocupado modo de vida y su venerada indumentaria punkrockera, para
efectos de comodidad. Don Ramón, el flaco tatuado del apartamento 72 e
hincha acérrimo de los rayos del Necaxa, fue su obra maestra, la más
selecta de sus interpretaciones, era él mismo.
Meses antes de su muerte, Ramón Valdés estuvo por Lima en lo que fue
su última temporada circense y aquí grabó un spot publicitario para una
conocida marca de turrones. Cuenta la leyenda que, durante su corta
estancia en la capital, también animó el cumpleaños de un niño en San
Isidro, y quienes aseguran haberlo tenida cerca corroboran que, en
efecto, se trataba del mismo gruñón de bigote crecido y disparejo de la
tele, pero un gigante ocurrente para hacer torcer de la risa a
cualquiera.
Hace poco, la llegada de otros dos ex integrantes del mágico elenco
de “El chavo del 8” a Perú, y sus entrevistas ofrecidas, volvieron a
revolver antiguos conflictos que devinieron en el primer cisma del
programa, en 1978. Carlos Villagrán Quico y María Antonieta de las
Nievas la Chilindrina no han dado marcha atrás en sus desencuentros
entre sí, ni con Roberto Gómez Bolaños Chespirito, pero han coincidido
plenamente, una vez más, en el reconocimiento a la bondad y el férreo
sentido de compañerismo que tuvo Valdés hasta el último de sus días.
Será, junto con Angelines Fernández “La Bruja” y Horacio Gómez
Bolaños Godinez, el gran ausente en las celebraciones por los 40 años de
“El chavo” que prepara Televisa (Quico anunció que, de ser invitado,
iría sin dudarlo al homenaje). Y son precisamente estos preparativos los
que han dado lugar a más versiones en torno a las diferencias que
existieron entre los personajes y el alejamiento de algunos de estos.
Por ejemplo, la de uno de los hermanos de Ramón Valdes, quien da cuenta
de que este decidió dejar la serie y acompañar a Villagrán, en un nuevo
proyecto, desde que Florinda Meza, pareja de Chespirito, comenzó a tomar
un papel relevante incluso en la dirección del programa.
Su salud se resquebrajaría porque la enfermedad que acusaba se
expandió a la columna vertebral y llegó a sus huesos. Tenía 64 años
cuando falleció. Quienes lo recuerdan, lo hacen sonriendo; o para
sonreír. Los padres que antes fuimos hijos y los que ahora son abuelos.
Los hijos que siguen siendo hijos y, tal vez, los que serán padres de
más fieles seguidores del eterno deudor, quien vendió churros, se hizo
profesor, improvisó de maestro de guitarra y fue amor platónico de su
alborotada vecina. El astro máximo…el gran Ramón Valdés.
Vea aquí lo mejor de Ron Damón, don Ramón.
Tomado de El Comercio: ENRIQUE VERA
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